El pasado mes de enero entraron en vigor en la Unión Europea las normas de regulación de la carne cultivada. Éstas introducen a la carne cultivada en una nueva categoría: «novel food» («nuevos alimentos»), y permiten su comercialización siempre y cuando las agencias reguladoras decidan que es segura y aporta calidad nutricional frente a las carnes convencionales. También ha de estar marcada para informar de su origen a los consumidores. Sin embargo, el verdadero enigma de su futura pero inminente introducción en el mercado es ¿qué agencias o instituciones van a ser las encargadas de realizar los controles de calidad de estos nuevos productos? ¿cuáles son las candidatas idóneas para realizar esta tarea?
Profundicemos y veamos en qué consiste realmente el problema.
Debido a que los procesos de producción de las carnes cultivadas difieren radicalmente de la ganadería tradicional y comparten por otra parte las mismas técnicas que se utilizan en el desarrollo de terapias celulares, tisulares y en la medicina regenerativa, por una sencilla regla de tres las agencias con mayor capacidad y experiencia en el control y la aprobación de estos productos, íntimamente relacionados con la industria biomédica y farmacéutica, son las que deberían realizar estos procesos. Entre éstas se pueden encontrar: en europa la EMEA (European Medicines Agency), y en estados unidos la FDA (Food and Drug Administration). De hecho, en estados unidos la FDA es el organismo responsable de realizar los controles de seguridad y calidad de los alimentos procesados, los productos pesqueros, y los organismos y animales genéticamente modificados (GMOs).
Sin embargo, la raíz de la controversia surgió la semana pasada (miércoles 9 de mayo) durante una sesión en la cámara de los diputados de EEUU, en la que se debatía acerca de los presupuestos del Departamento de Agricultura (USDA) para 2019 y se decidía sobre el proyecto de ley mediante el que se pretende poner al frente del control de la manufactura y marcaje de la industria de las carnes cultivadas al mismo. El USDA es el organismo responsable de asegurar la calidad de las carnes, tanto ganadera como de ave, así como de los ovoproductos, y dispone de inspectores con amplia experiencia en controles de calidad de granjas de engorde y mataderos. Han surgido así dos cuestiones relevantes desde diferentes frentes.
Por una parte los mismos legisladores políticos y determinados grupos de la industria argumentan que el cambio puede resultar en el desarrollo de nuevas normas innecesarias para este organismo, así como que el debate se ha iniciado sin atender a la opinión de los especialistas en alimentos ni de las compañías afectadas.
«Deberíamos permitir a los expertos ponderar esta cuestión antes de tomar una decisión sobre esta política.» Afirmó la diputada Rosa DeLauro.
Por otra parte, el pasado febrero, la Asociación Ganadera de U.S. en Washington, pidió a la USDA que impidiera que las compañías productoras de carnes cultivadas pongan la marca sobre sus productos como «ternera» o «carne», y que restrinja esos términos para productos derivados solo de animales «nacidos, crecidos y recogidos de manera tradicional».
Anteriormente ya hemos hablado de los beneficios de la «Agricultura Celular» con la producción de las carnes cultivadas, mediante la cuál se puede impedir la matanza indiscriminada de animales así como el maltrato animal, además de presentar cualidades competitivas frente a la ganadería tradicional. Entre éstas se encuentran el menor gasto energético y la menor necesidad de terreno para la producción, lo que conlleva una reducción considerable de la contaminación medioambiental que genera esta industria, tanto a nivel de gases de efecto invernadero como de contaminantes zoosanitarios y residuos ganaderos vertidos a los suelos y los recursos hídricos. Echemos ahora un vistazo a las compañías que están desarrollando nuevos productos basados en carnes cultivadas. ¿Quiénes son y cuáles son sus propuestas?
En ellas nos encontramos a Memphis Meats, compañía estadounidense que ya ha conseguido desarrollar, con un presupuesto inicial de 22 millones de dólares, carne de cerdo, pollo y pato en biorreactores a partir de células madre musculares y adiposas, además de un medio de cultivo no basado en suero fetal bovino, el cual se extrae de la sangre de terneros nonatos, y para el que no se requiere de la muerte de ningún animal.
Uno de los grandes pioneros en la agricultura celular es la compañía holandesa Mosameat. Hizo historia en 2013 al anunciar su creación de una hamburguesa de ternera a partir de células madre provenientes del mismo animal, con las que aseguran que de un solo animal se podrían producir 175 millones de hamburguesas de cuarto de libra, necesitándose cerca de 440.000 terneras para producir semejante cantidad de carne.
Otra compañía estadounidense, fundada en Brooklyn, está enfocada en otra línea de productos animales que no tienen que ver con la alimentación si no más bien con la moda. Esta compañía es Modern Meadow, y fue capaz de levantar 53,6 millones de dólares de inversión en 2011 para fundarse como empresa productora de piel libre de maltrato (cruelty-free). Empezó utilizando las tecnologías de ingeniería de tejidos para producir pieles a partir de células animales, y actualmente ha pasado a emplear las últimas técnicas de edición genética para diseñar células de levadura especializadas en la producción de colágeno, componente estructural de las células epidérmicas. Se ha convertido en la primera empresa de la historia en producir una marca de biofabricación peletera, llamada Zoa, y cuyos diseños han sido expuestos en el museo de Arte Moderno de Nueva York.
Volvamos la vista ahora a la región fértil de Canaan, donde una compañía israelita con sede en Tel Aviv, llamada SuperMeat, logró conseguir mediante crowfunding 230.000 dólares para producir carne de pollo mediante cultivo celular.
¡¡En menos de 10 años ya estarán listas para introducir sus productos al mercado!! ¿estaremos preparados?