La clave para resolver la contaminación agrícola: la Bioprotección de cultivos.
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La clave para resolver la contaminación agrícola: la Bioprotección de cultivos.

Agroquímicos, fitosanitarios, pesticidas, así se les llama a los productos químicos que tienen como fin eliminar a todo ser vivo que ponga en peligro la longevidad de los cultivos agrícolas. Estos productos se utilizan durante todo el ciclo vital de los cultivos, para así asegurar la mejor calidad y durabilidad del producto destinado a consumo humano. Sin embargo, también son la fuente de los principales focos de contaminación ambiental producidos por las explotaciones agrícolas.

Entonces, ¿Existe la posibilidad de proteger nuestros alimentos sin pagar el precio de tener que contaminar nuestro cuerpo y nuestro planeta?

En este reportaje, descubrirás que a veces, la solución no se encuentra en una probeta. Descubrirás que por mucho que nos empeñemos en innovar y crear productos y servicios, los recursos más eficaces ya se encontraban a nuestro alcance, mucho antes de que nosotros llegáramos.

 

¿Quieres descubrirlos? Adéntrate en el mundo de la bioprotección agrícola.

 

Un poco de historia.

 

El uso de pesticidas no es actual. Los primeros tratamientos se remontan a la época de los romanos y egipcios, que utilizaban azufre quemado como fumigante, arsénico como insecticida y sosa para tratar semillas. En la Edad Media se utilizaba sales cloradas, técnica aún en uso hoy en día en ciertas semillas para tratar patógenos que se encuentran en superficie.

A principios del siglo XIX, en Europa aparecen los pesticidas de primera generación. Se utilizaba arsénico, compuestos de mercurio, fósforo y cobre entre otros para combatir plagas de insectos. Todos ellos tienen una elevada toxicidad ya que, al ser metales pesados, tienden a acumularse en las aguas de los ríos y lagos, en el aire y en las capas superficiales y profundas del suelo cuando se encuentran en exceso. Tienen un elevado peso molecular, por lo que su eliminación es muy lenta. Si no son consumidos antes por los seres vivos, su grado de persistencia en el ambiente puede llegar hasta los 50 años. Por todo ello, acabaron siendo prohibidos o estrictamente regulados.

 

«La aparición de la agricultura moderna o agroquímica apareció gracias a las dos Guerras Mundiales. Se dedujo que, si ciertos productos químicos mataban a seres humanos, también matarían a insectos. Las guerras son las catalizadoras de la creatividad en los seres humanos.»

 

Damos ahora la bienvenida a los pesticidas de segunda generación, los cuales se agrupan en las familias de los organoclorados, los organofosfatos y los carbamatos. La segunda Guerra Mundial, marcó un antes y un después en la evolución de los pesticidas, sobre todo, gracias al impulso que se le dio a la industria química. Gases empleados en la guerra química dieron origen a organoclorados como el paratión, usado actualmente en agricultura. Lo mismo ocurre con el carbasil o proposur, actualmente usados en el ámbito doméstico. Pero el protagonista de aquellos tiempos es el diclorodifeniltricloroetano o más comúnmente llamado, DDT. Su origen se remonta al año 1874, cuando el químico austríaco Othzman Zeidles de la universidad de Estrasburgo, lo creó durante la elaboración de su tesis doctoral. Pero luego cayó en el olvido, hasta que, en 1939, el químico suizo Paul Hermann Müller descubrió su potente poder insecticida, por lo que acabó recibiendo en 1942 el Premio Nobel en medicina. Y ¿por qué en medicina? Por aquel entonces, enfermedades como la malaria y el tifus, las cuales se transmiten a través de insectos y roedores, estaban matando a más personas que la propia guerra. Se llegaron a contabilizar 5 enfermos por cada herido de guerra. Resulta irónico que, en una matanza entre humanos, al final fueran los mosquitos y las ratas los que causaran más bajas.

 

Reconstrucción de un campo de batalla con armas químicas de la primera guerra mundial. Fuente: Pixabay.

 

Pues bien, resulta que el DDT era un arma muy eficaz contra estas plagas, y solo había que rociarse el cuerpo y la ropa con él. Las estimaciones indican que durante los primeros 10 años de su uso, murieron 5 millones de personas menos y otros 100 millones no enfermaron. En otras palabras, el DDT redujo en 1945 la incidencia de malaria de 172 casos por cada mil iniciales a aproximadamente cinco casos por cada mil.

Como se puede ver, durante la primera mitad del siglo XX, la erradicación de plagas que amenazaban al mundo era mucho más necesaria que la conservación del medio ambiente. De hecho, no se empezó a mostrar preocupación por la contaminación o por la exposición crónica a productos contaminantes hasta los años 60. En 1962, la bióloga marina Rachel Carson, publicó el famosísimo libro “La Primavera Silenciosa”, en el que habla del impacto de ciertas sustancias químicas sobre el medio ambiente. Habla sobre cómo dichas sustancias se bioacumulan a través de la cadena trófica provocando un fenómeno denominado biomagnificación que hace desaparecer especies enteras lo cual altera la dinámica de los diferentes ecosistemas. Rachel Carson, con este libro, fue una de las generadares del movimiento ecologista.

Entre los años 1960 y 1970, el uso de pesticidas aumentó exponencialmente en el sector industrial y agrícola. Las sustancias conocidas como COP o contaminantes orgánicos persistentes provocaron cierta alarma al descubrirse que, tras exposiciones a dosis bajas en humanos, provocaban cáncer, fallos en el sistema nervioso periférico y central, trastornos reproductivos y deficiencias inmunitarias. Además, podían ser fácilmente transportados por el aire a regiones lejanas de su foco. De modo que, en 1995, el Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (CdA del PNUMA) inició un proceso de evaluación de una lista de 12 COP, al que se unió la OMS. Entre 1997 y 2000, se reunieron varias veces hasta adoptar la Convención de Estocolmo, el cual se aprobó en mayo de 2001 y se puso en vigor en mayo de 2004.  Su objetivo es tomar medidas internacionales respecto a los 12 COP y hacer que los gobiernos tomen parte en ello promoviendo leyes de regulación y prohibición.

 

¿Cuál es la situación actual?

 

En el año 2015, España consumió 77.216 toneladas de fitosanitarios en el sector agrario, seguida de Francia con 67 mil, Italia con 63 mil y Alemania con 40 mil toneladas.

Así mismo, la industria de productos químicos agrícolas facturó en España en 2016, 1.100 millones de euros.

Algunos ejemplos comerciales de dichos químicos son el herbicida EMBUTONE, que tiene como ingrediente activo el 2,4-DB 40% P/V, los insecticidas CAL-EX EVO compuesto por abamectina 1,8% P/V, y el TREBON con un contenido del 28,75% P/V de etofenprox, o el fungicida LOVIT COMET al 6,25% de epoxiconazol y 8,5% de piraclostrobin (P/V).

Todos ellos están considerados como peligrosos para el medio ambiente y la salud humana por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA). Sus ingredientes activos, están considerados como plaguicidas en vigilancia, es decir, que no están prohibidos, pero que tienen un riesgo potencial para la salud humana y el medio ambiente. Esta lista de plaguicidas en vigilancia incluye aquellos clasificados como H330 (mortal en caso de inhalación) por el SGA (Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de productos químicos) e ingredientes activos adicionales incluidos en la lista de plaguicidas prohibidos, pero para los que hoy en día, no hay otra alternativa.

La lista incluye un total de 60 ingredientes activos en vigilancia, que se encuentran en más de 2000 productos fitosanitarios utilizados en la actualidad en el sector agrario.

La necesidad de encontrar alternativas es urgente, y es lo que se propusieron en KIMITEC, un grupo de empresas biotecnológicas españolas que, a partir de la combinación de cuatro áreas naturales en las que se centran: botánica, microalgas, química verde y microbiología, buscan sustituir la síntesis química de pesticidas por una alternativa natural y beneficiosa para el medio ambiente y la salud humana.

 

¿Qué es KIMITEC GROUP?

Fuente: AGROCODE.

 

Su sede se ubica en Roquetas de Mar, Almería, y ya cuenta con más de 10 años de experiencia. Actualmente, vende sus productos a más de 90 países y el año pasado consiguió expandirse a China donde tiene a cargo a Linyang Zhang, experta empresaria que implantó en España mercados de empresas exportadoras. En el més de marzo de 2018 también conquisto EEUU.

KIMITEC, especialista en la elaboración de biopesticidas, mantiene una política de producción muy estricta y respetuosa con las necesidades agrícolas y medioambientales actuales. Cada uno de sus productos se ha elaborado con una fórmula específica para cada tipo de cultivo, teniendo en cuenta la situación geográfica y el tipo de suelo, entre otras variables.

Empresa visionaria, a la vanguardia en su sector y focalizada en sus objetivos, sigue evolucionando con nuevos proyectos gracias a los cuales se expandirá a más países en pocos años.

KIMITEC AGRO y AGROCODE son sus marcas conocidas. Pasemos a ver cuál es la actividad de cada una.

 

KIMITEC AGRO.

Esta primera marca surgió en los inicios de la compañía con el propósito de conseguir un aumento en la calidad y producción de los cultivos con el uso de biofertilizantes que optimizan sus funciones fisiológicas. Estos formulados nutricionales varían según las necesidades de cada tipo de cultivo, conociendo sus procesos metabólicos y el papel que juegan en las plantas diferentes elementos como los macro- y micro-elementos, fitohormonas y aminoácidos.

Además de considerar los factores internos de la planta, tienen en cuenta las condiciones externas influyentes como la climatología, riego, tipo de suelo y el tipo de aplicación del producto.

Gracias al estudio exhaustivo de la química orgánica, la disposición de herramientas optimizadoras de la fisiología funcional y la inclusión de factores externos, surge una nueva generación de biofertilizantes, los biofertilizantes inteligentes.

Su fórmula está diseñada para el ahorro económico y de los recursos naturales:

  • Tiene una alta solubilidad para evitar la formación de precipitados que obturen los sistemas de goteo, filtros y pulverizadores. Esta cualidad permite que su concentración sea mayor en un volumen de agua pequeño, evitando derrocharla.
  • Su absorción por la hoja y las raíces es elevada gracias al pequeño tamaño de sus partículas. Esto reduce el gasto energético por parte de la planta para asimilar los nutrientes, además de permitir el uso de una menor dosis de fertilizante.
  • El biofertilizante es estable, homogéneo y libre de patógenos gracias a la aplicación de procesos y tratamientos como la centrifugación, filtración y uso de conservantes, que eliminan posos y partículas en suspensión, aumentando la calidad del producto y su durabilidad.
  • También tiene la capacidad de romper bloqueos químicos que pueden formarse en el suelo a causa de condiciones extremas y que disminuyen la movilidad y biodisponibilidad de los nutrientes.

Finalmente, se le ha incluido tensioactivos o surfactantes que consiguen una mejora en la adyuvancia, como, por ejemplo, aumentando la biodisponibilidad del calcio en el suelo.

 

AGROCODE.

Con el fin de eliminar la presencia de sustancias químicas en los pesticidas sin reducir la eficacia de los mismos, AGROCODE surge en el 2010 para dar la bienvenida al sector de la bioprotección de cultivos: una especialidad que ofrece soluciones orgánicas, respetuosas con el medio ambiente y económicas, que además evita la aparición de resistencias cruzadas en plagas, es decir, que un solo mecanismo de defensa de la plaga puede combatir a más de un pesticida, y que además no perjudica la eficacia de los fertilizantes.

Estamos hablando de biopesticidas y probióticos multifuncionales conseguidos gracias a los conocimientos en probióticos del suelo, enzimas y fermentación bacteriana obtenidos de cuatro fuentes naturales: la botánica, la microbiología, las microalgas y la química verde.

 

¿Qué les depara el futuro?

Centro I+D+i. Fuente: KIMITEC

 

Su nuevo plan no pasa desapercibido, para el que invertirá 38 millones de euros destinados a la creación de la mayor fábrica de biofertilizantes, biopesticidas y probióticos de Europa. Con el desarrollo de probióticos que sustituirán a los antibióticos en veterinaria, KIMITEC pretende introducirse en el sector ganadero.

Felix García, director de la compañía, dividió este proyecto en dos fases: en la primera, ya finalizada, construyó una parcela de 3.000 metros cuadrados que contiene el centro de I+D+i biotecnológico más grande construido en España, aplicado a la ganadería, agricultura y también a la alimentación humana, ya que planean crear alimentos funcionales. La segunda fase, y no menos ambiciosa, comenzó a principios de año y consiste en una segunda parcela de 90.000 metros cuadrados con una fábrica de 35.000 metros cuadrados dedicada a la fabricación de biopesticidas, bioestimulantes y probióticos.

El centro de I+D tendrá laboratorios dedicados principalmente al área de la microbiología y la botánica. Además, dispondrá de grandes espacios para poder realizar ensayos diversos con plagas, plantas y cultivo de microorganismos destinados a repoblar los suelos. Contarán con fitotrones, cámaras capaces de recrear las condiciones naturales del hábitat de diferentes bacterias y hongos con el fin de aumentar la eficacia de los experimentos. Y por supuesto, incluirá invernaderos y cultivos al aire libre.

Además de la fábrica y el centro de invetigación y desarrollo, se creará una escuela deportiva que llevará el sello de la Fundación Andrés Iniesta, con el que aspira a transmitir sus valores a las nuevas generaciones a través del deporte.

Este titán del avance biotecnológico, con una subvención inicial de 2.230.0000 euros, entrará en funcionamiento en 2019 y estará ubicado en Vícar, municipio situado al suroeste de Almería.

De hecho, KIMITEC cuenta con veinte proyectos gracias a las ayudas concedidas por el Ministerio de Economia, Interconecta y Horizon2020 entre otros.

 

Un proyecto prometedor.

Fuente: Proyecto BLOSTER.

Uno de los desarrollos llevados a cabo por la compañía almeriense KIMITEC GROUP es el proyecto BLOSTER, el cual fue aprobado en el 2015 y finalizó en diciembre de 2017. Fue financiado por la comisión europea H2020-SME que impulsa iniciativas de empresas que liderarán el mercado en 2020. Es el único proyecto que se le ha concedido a una empresa europea, en el que participó KIMITEC GROUP, con un presupuesto de 1.825.594 euros, destinado a la investigación de biopesticidas obtenidos a partir de moléculas extraídas de residuos verdes de la industria alimentaria, así como al cultivo de plantas y bulbos endémicos, las cuales se han adaptado a las condiciones de Almería, que sobreexpresan moléculas bioactivas de las que hablaremos a continuación.

Esta nueva gama de 5 biopesticidas ya tiene nombre, y se encuentran en fase pre-comercial (registo del producto): estamos hablando de MOSTRY contra trips, COMBAT APH para áfidos, DIGGER para el nemátodo M. javanica, SECö BTT para el hongo Botrytis y MANTURON para la mosca blanca. Pueden llegar a contener hasta 6 componentes distintos, todos ellos naturales, y con la capacidad de igualar o superar la eficacia de los productos químicos convencionales ya que evita las resistencias cruzadas, impulsa la economía verde y apuesta por una agricultura más sostenible.

KIMITEC ha patrocinado diferentes eventos relacionados con los objetivos de BLOSTER y cuenta con la colaboración científico-tecnológica del CSIC de Madrid, la Universidad de Sevilla y el CITA de Aragón.

 

¿Qué es una sustancia bioactiva?

 

También llamadas fitoquímicos, son nutrientes no esenciales que intervienen en el metabolismo secundario de las plantas y que tienen la cualidad de proteger a las plantas frente a enfermedades e infecciones. Hablamos de compuestos aromáticos, reguladores del crecimiento, pigmentos y protectores contra agentes exógenos como bacterias, hongos o insectos. Estas sustancias también son sintetizadas por bacterias ácido-lácticas presentes en productos fermentados como el yogur.

En lo que respecta a salud humana, estos compuestos presentes en los vegetales que forman parte de nuestra dieta, intervienen en la protección del sistema cardiovascular, regulan los niveles de glucosa y colesterol, potencian el sistema inmune y reducen el riesgo de cáncer.

Por ello, estas moléculas bioactivas están siendo explotadas en los laboratorios de industrias farmacéuticas y alimentarias. Pertenecen al campo de investigación denominado “functional foods”.

 

Vale, entonces ¿en qué compuestos bioactivos se centra KIMITEC? y ¿cómo los obtiene?

Las cuatro fuentes naturales, sustancias bioactivas y métodos de extracción. Fuente: KIMITEC GROUP.

 

De las cuatro materias primas, vegetales, microalgas, bacterias y química verde, primero extraen las moléculas de cada uno que tienen un papel importante como sustancia bioactiva, y luego hace diferentes combinaciones que dan como resultado los 5 biopesticidas nombrados anteriormente.

De entre las sustancias bioactivas, eligieron húmicos y fúlvicos extraídos de la materia orgánica, proteínas, péptidos, poliaminas, aminoácidos y oligosacáridos provenientes de los vegetales; fitohormonas, aminoácidos y metabolitos secundarios de los microorganismos y las microalgas y húmicos, fúlvicos, macro- y microelementos de la química verde.

Los aminoácidos, por ejemplo, son sintetizados por la planta a costa de un alto consumo de energía. Aportándoselo directamente en forma de L-aminoácidos líquidos, le ahorramos las transformaciones bioquímicas del nitrato absorbido del suelo para sintetizarlos. Estos L-aminoácidos son esenciales para biosíntesis de sustancias implicadas en el desarrollo vegetativo y reproductivo de la planta, además de que mitigan los efectos negativos provocados por factores externos como las enfermedades fúngicas.

Los extractos húmicos y fúlvicos son complejas agrupaciones moleculares de compuestos aromáticos, fenólicos, y nitrogenados sintetizados por microorganismos que degradan la materia orgánica. Estos compuestos se encuentran en el suelo y permiten a la planta asimilar mejor los nutrientes. El interés en su aplicación en cultivos radica en su potencial para promover la germinación, aumentar la resistencia sistémica de la planta y formar complejos orgánicos con pesticidas potenciando sus efectos.

Las tecnologías empleadas para extraer los bioactivos, fueron la fermentación e hidrólisis mediada por microorganismos o en biorreactores y extracciones orgánicas. Todos ellos procesos naturales para garantizar la calidad de los biopesticidas.

 

Dame un ejemplo de la fórmula de un biopesticida.

Resultados seis días tras la aplicación del bioinsecticida Mostry. Fuente: Agrocode Bioscience.

 

Aunque los biopesticidas estén aún en proceso de I+D+i, ya se han probado sus efectos y hasta el momento, han sido satisfactorios.

Todos los biopesticidas comparten en su fórmula: un contenido del 45-55% en extractos vegetales, silicio orgánico, solventes orgánicos y otros elementos menores como vitaminas, betaínas, polipéptidos, etc.

MOSTRY por ejemplo, es un insecticida aéreo conseguido tras el tratamiento de plantas de la familia Apiaceae, de las cuales se han extraído metabolitos secundarios implicados en la respuesta sistémica inducida y dirigida (RSID).

Su composición de moléculas orgánicas permite realizar un ataque selectivo al insecto Frankliniella occidentalis, una especia de trips que absorbe el contenido celular de las hojas para después llenarlas de aire, provocando daños visibles. 

El bioinsecticida actúa fundamentalmente por contacto y tiene un doble efecto: obstruye los orificios branquiales del trips provocandole la muerte por asfíxia, y destruye su exoesqueleto. 

Tras pocos días de la aplicación del producto, la planta comienza a recuperarse y a volver a crecer.

El insecticida también contiene silicio orgánico, que, gracias a su efecto secante del medio, aumenta y acelera la asimilación y biodisponibilidad.

 

 

El modelo de producción de KIMITEC: Su fórmula del éxito.

Planta piloto para la producción de sustancias bioactivas a partir de materias primas seleccionadas. Fuente: Proyecto BLOSTER.

Gracias al método científico elegido y el proceso tecnológico optimizado, que va dese el origen natural de las materias primas hasta la formulación final del producto, utilizando para ello diferentes procesos biotecnológicos para obtener los ingredientes activos, KIMITEC es capaz de desarrollar con éxito todas sus actividades.

El proyecto BLOSTER comenzó con un análisis de mercado previo en cada país, para conocer las necesidades y demandas específicas de cada uno en función del cultivo regional, el tipo de plaga o los problemas nutricionales.

En su línea de producción, la optimización de su fórmula se consiguió diseñando procesos de separación y extracción de principios activos de las materias primas seleccionadas.

Para garantizar una extracción exitosa, se aplica un proceso de secado específico y la micronización de la materia prima. La tecnología de extracción depende de la materia prima seleccionada e incluye desde destilaciones, hasta procesos más complejos basados en sistemas de dispersión multifuncional y fermentación biotecnológica.

Cada variable del proceso seleccionado es estudiado y optimizado a nivel de laboratorio, seguido de la creación de un proceso escalado a nivel industrial. Al final de este proceso de extracción, los extractos crudos obtenidos pasan a ser caracterizados mediante técnicas cromatográficas y espectroscópicas, así como análisis químicos para obtener información sobre su composición química exacta.

Su actividad biocida es determinada en el laboratorio mediante micro tests adaptados a cada plaga y enfermedad diana. Durante este paso, se determina la dosis efectiva y los mecanismos de acción. Tras varios experimentos, se consiguió un 92% de mortalidad en 8 horas.

La fórmula de cada producto se consigue aplicando tecnologías como nano y microencapsulación, biofilms de adhesión y coloides, diseñadas dependiendo de composición química y el modo de acción propuesto.

Se realiza un estudio de la estabilidad y las características físicoquímicas de la fórmula, al mismo tiempo que se diseña su etiquetado y empaquetado para ser enviada a laboratorios acreditados donde se le aplicarán tests toxicológicos y ecotoxicológicos requeridos por el país donde será registrado. Habiendo establecido en el laboratorio la dosis efectiva, toxicidad, efectos knockdown, permanencia y características sistémicas, cada biopesticida pasa por tests para validar su eficiencia biológica en invernaderos semiabiertos y abiertos de cultivos seleccionados. Además, todas las fórmulas son sometidas a un análisis de su ciclo vital.

Con toda la información conseguida gracias a la documentación, procesado de las materias primas, proceso de producción, formulación, composición química, pruebas en laboratorio, pruebas de campo y pruebas toxicológicas, el dosier está listo para ser registrado.

 

No me gustaría cerrar el reportaje sin mencionar algo que, en mi opinión, va a suponer un avance entre los avances.

Como dijo el profesor catedrático de la Universidad de Valencia, Rafael Boluda Hernandez, experto en el área de la edafología y química agrícola:

 

“Estamos en la era del suelo. Ahora más que nunca, debemos salvar el suelo”.

 

Y KIMITEC va a trabajar para conseguirlo. Descubre cómo.

 

Nace el movimiento AGRO-BIÓTICO: NATURAL FOOTPRINT. 

Plan del Proyecto Natural Footprint, Uso de probióticos naturales del suelo. . Fuente: KIMITEC GROUP.

 

KIMITEC no solo está implicado en la creación de productos naturales, sino que, además, nos enseña a utilizarlos “con cabeza”. El movimiento agro-biótico va a matar 3 pájaros de un tiro.

En mayo del 2017, Kimitec Grop crea la plataforma a la que toda persona competente en el sector agrario, desde empresarios hasta agricultores, es bienvenido a aportar ideas e iniciativas para potenciar una agricultura sostenible.

La idea principal de esta plataforma es promover un modelo en el que los biopesticidas se gestionen acorde a otros parámetros que se encuentran en el medio y que también contribuyen a la protección del cultivo. Con esto me refiero, a los probióticos del suelo y a la fauna auxiliar, los microorganismos. Es decir, ¿por qué vas a malgastar producto si existen elementos en la naturaleza que ya están ayudando a tu cultivo a combatir las plagas? ¿por qué no utilizar el biofertilizante en la medida en que él y dichos elementos naturales estén en armonía?

Personalmente, me parece una iniciativa magnífica, por la que Kimitec Group recibió por parte del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), una cantidad de 1.620.386 euros para investigar microorganismos probióticos del suelo que impidan la aparición de plagas y que además tengan la capacidad de potenciar características organolépticas del cultivo, así como su valor nutricional. Y no solo eso, gracias a esta iniciativa, también se repoblarán de microorganismos beneficiosos de los suelos castigados por la acción humana.

KIMITEC ya cuenta con 40 comerciales viajando por diferentes países de todo el mundo, expandiendo esta nueva idea.

¿Has llegado hasta el final? Me alegro. Eso significa que ahora estás un poco más concienciado con nuestro planeta del cual, no olvides, formamos parte.

Fomentemos una agricultura sostenible, valoremos la importancia de cuidar la tierra que nos da los recursos que nos permiten vivir.

Ayudando a empresas como KIMITEC hacemos que esto sea posible.

Por último, te invito a que veas el video inspirador con el que KIMITEC presenta su labor.

 

 

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REFERENCIAS.

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