Bioestimulantes: Todo lo que necesitas saber para convertirte en un experto.
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Bioestimulantes: Todo lo que necesitas saber para convertirte en un experto.

Aunque tu experiencia más cercana al mundo del agro haya sido la sección de fruta y verdura de tu supermercado de confianza, es bastante probable que te hayas topado con términos como “bioestimulante”, “biofertilizante” u otros conceptos rimbombantes que compartan el prefijo “bio”, más allá de las fronteras de la prensa especializada en el sector biotecnológico.

Que estos términos estén en boca de todos no es de extrañar: la preocupación cada vez más palpable por parte del consumidor sobre el origen y calidad de los alimentos que compra, la mayor toma de conciencia en lo relativo al impacto que la actividad humana provoca sobre el medio y el acuciante problema que supone el efecto del cambio climático sobre miles de terrenos de cultivo a lo largo de todo el planeta están poniendo en marcha un gran cambio en el sector agrícola, que busca resolver dichos problemas sin que esto revierta negativamente en la productividad de las cosechas.

La biotecnología, por supuesto, se presenta como una de las principales bazas de la humanidad para conseguir solventar estos problemas. Esto puede plantear, no obstante, sendos interrogantes:

¿Cómo puede ayudar exactamente la biotecnología a que se lleve a cabo este cambio? ¿Sobre qué va a influenciar exactamente en el panorama agrícola internacional? ¿Qué ritmo marcan los mercados sobre estas nuevas tecnologías?

Pero, sin duda alguna, lo que muchos de vosotros os estaréis preguntando: ¿qué diablos es un bioestimulante? Desde Inspira Biotech os hemos preparado, en el presente artículo, un concienzudo resumen que os convertirá, desde el nivel más básico, en verdaderos expertos en la materia.

 

¿Qué es un bioestimulante?

Según el EBIC (Consorcio Europeo de la Industria de los Bioestimulantes), los bioestimulantes no son sino sustancias o microorganismos diseñados para ser aplicados a plantas o suelos para incrementar el vigor de los cultivos, mejorar la calidad del producto resultante o aumentar la tolerancia de la planta ante los diferentes tipos de estrés abiótico (falta de agua, suelos con demasiadas sales, etc.) Un ejemplo sería el hongo desarrollado por la compañía multinacional Symborg, o bien el preparado de Algaenergy, a base de nutrientes extraídos de biomasa vegetal producida por microalgas.

Los bioestimulantes actúan por medio de mecanismos distintos a los fertilizantes u otros elementos que podamos añadir a nuestro cultivo, como los pesticidas.

Mientras que con un fertilizante buscamos añadir elementos que mejoren la calidad del suelo, el bioestimulante dirige las reacciones bioquímicas de la propia planta hacia el aspecto que pretendemos favorecer, por ejemplo, a un mayor crecimiento de las raíces para que el intercambio de nutrientes con el medio sea óptimo. Por lo tanto, los bioestimulantes no buscan desplazar a los fertilizantes, sino todo lo contrario: la acción conjunta de ambos elementos permite que la planta aproveche al máximo los nutrientes aportados por el agricultor, lo cual repercute positivamente en el bolsillo del propio agricultor y en el medio ambiente, al no someter al suelo a una carga de nutrientes tan alta como para provocar la contaminación del mismo o los alrededores.

 

Se muestran algunos de los efectos de los bioestimulantes sobre las plantas.

 

Hablan los mercados

Dado su increíble potencial, los bioestimulantes se están convirtiendo en un foco de inversión interesante y con posibilidades de crecimiento. Europa supone el mercado más grande para este tipo de productos, con 8.5 millones de hectáreas tratadas con bioestimulantes según datos de 2016. El crecimiento que se encuentra experimentando ahora mismo y que espera que alcance su pico en 2022 (con un beneficio de 1.1 billones de dólares americanos) se basa principalmente en el énfasis gubernamental sobre la agricultura sostenible y la mayor preocupación de los consumidores sobre el impacto de los productos sobre el medio ambiente.

Norteamérica supone el segundo mayor mercado mundial de bioestimulantes, con la perspectiva de crecer hasta los 766.01 millones de dólares para el 2022. Su crecimiento viene dado por la necesidad de aumentar la seguridad alimentaria de la región, que siempre ha optado por el uso único de fertilizantes químicos.

América Latina supone uno de los mercados de crecimiento más rápido y con mayores previsiones de futuro en lo concerniente a desarrollo, producción y comercialización de bioestimulantes, con Brasil a la cabeza. El incremento poblacional y la amenaza del cambio climático convierten a esta región en un punto clave para el uso de esta clase de productos.

 

Infografía con los datos clave de los principales mercados internacionales de bioestimulantes.

 

El marco legal

Actualmente, no existe una normativa global que regule a los bioestimulantes como categoria propia, de modo que las estrategias en lo referente al uso de los bioestimulantes varían, incluso, entre países pertenecientes a un mismo ámbito geopolítico. En Europa, dada la gran importancia que están cobrando en los últimos años, se está trabajando en el Reglamento Armonizado de la Unión Europea de Fertilizantes (Reforma 2003/2003), que pretende englobar de forma única todos los elementos fertilizantes y bioestimulantes para conseguir una libre circulación de este tipo de productos entre todos los países miembros.

En América Latina aún se está barajando un acuerdo respecto a la normalización de los bioestimulantes a lo largo de los territorios que la componen. No obstante, en países como Chile, Perú o Bolivia, no existe normativa alguna que diferencie a los bioestimulantes de fertilizantes de origen sintético o materiales orgánicos como el guano, por lo que aún queda un largo camino por recorrer.

En Estados Unidos, por su parte, presentan una situación similar a la europea: existen diferencias legislativas entre los diferentes estados en cuanto a definición y regulación de los mismos. Mientras que algunos bioestimulantes son regulados por la EPA (Asociación de Protección Medioambiental), otros son registrados como fertilizantes o enmiendas de suelo a nivel estatal.

 

Los obstáculos a salvar

Pese a sus múltiples beneficios y posibilidades de futuro, los bioestimulantes se tienen que enfrentar a dos grandes problemas: la ya comentada falta legislativa y el desconocimiento general de la población ante su naturaleza y uso. Asimismo, la normalización de un marco común de pruebas de efectividad sobre los cultivos y ecotoxicidad de los bioestimulantes en todos los territorios que componen una zona económica supone un paso necesario para una mejor aceptación de estas técnicas desde el punto de vista gubernamental.

Si bien aún queda un largo camino que recorrer, los bioestimulantes resuenan con cada vez más fuerza en el panorama agrotecnológico internacional. La creación de consorcios como el EBIC y la apuesta cada vez mayor por parte de la mediana empresa y las explotaciones sostenibles deja clara una cosa: existe un deseo importante de desarrollar y utilizar estas tecnologías, que son vistas como una de la principales soluciones de la agricultura de este siglo y, con suerte, la antesala a un futuro ecológicamente más responsable.

Y tú, ¿crees que los bioestimulantes han llegado para quedarse?

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